Una persona con buena salud y
con interés por la vida, puede vivir en estos años con vitalidad y armonía.
Es muy difícil aceptar que ya
no se es joven y necesario, que los hijos se van, que no se tiene la fuerza de
la juventud.
Desde los 70 en adelante se
pueden recibir los frutos de esta nueva relación con uno mismo, que nos puede
llevar a los poderes del espíritu.
El pasado pesa mucho, la
añoranza de lo que fue la vida entristece a la persona y la lleva a creer que
ya todo acabó que ya no hay nada que vivir.
Hay que ser positivo en todo
momento aunque se tengan muchos años, siempre habrá algo agradable que vivir si
nos lo proponemos.
Las personas religiosas no
temen el final si Dios está en sus vidas, no se sienten solos, la oración, la
meditación y la esperanza de que cuando mueran irán a un sitio mejor les ayuda
a vivir en estos años.
Se nota cuando una persona al
envejecer no ha aceptado la nueva etapa de su vida, porque el sufre y las
personas que están a su alrededor, no es fácil aceptar la dependencia de las
demás.
El miedo a la muerte a veces
provoca estancamiento espiritual y falta de comprensión del pasado, lo que se
ha conseguido durante la vida. El nivel de adaptación al propio destino, pesará
mucho a la persona, que sufrirá por ello.
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