Con las conquistas de
Alejandro Magno, Grecia adquirió la astronomía y la astrología de Egipto,
Babilonia e India, adoptándose el año lunar- solar que los griegos sustituyeron
por el año lunar que antes utilizaban.
La extensión de estos
antiguos conocimientos continuó y los avances que hicieron los babilonios se
convirtieron en la base de la astrología griega.
No obstante, las constantes
guerras de conquistas que precedieron a la era cristiana favorecieron poco la
reforma del calendario.
Hasta el año 45 a.d.c no se hizo ningún intento serio por
relacionar los diversos calendarios del mundo conocido.
El calendario juliano (llamado
así por Julio Cesar, que inició la reforma) se conoce ahora como el Calendario
Antiguo y se utilizó hasta el año 1582 d. de C., fecha en que fue sustituido
por el calendario gregoriano o Calendario Nuevo. El calendario juliano incluyó
algunas reformas, incluida la introducción del año bisiesto, la abolición del
año lunar, la fijación del año solar medio en 365,25 días, la redistribución de
los días del mes y la vuelta al equinoccio de Marzo.
Este calendario antiguo se
siguió utilizando hasta 1577, año en el que se hicieron correcciones que dieron
lugar, cinco años más tarde al calendario gregoriano que se utiliza en la
actualidad.
El nuevo calendario se
introdujo debido a que los astrónomos observaron que el antiguo calendario,
basado en el año juliano de 365,25 días, no era totalmente compatible con el
año tropical; el año juliano era, en efecto 11 minutos mas largo que el año
tropical y este adelanto a lo largo de los siglos, ascendía en el siglo XVI a
10 días.
Si esta discrepancia no se
corregía el error hubiera continuado
acumulándose, por lo que la Natividad
y otras festividades religiosas tendrían lugar en diferentes
estaciones.