Desde el principio de los
tiempos, los cielos debieron representar una imagen de lo misterioso y de lo
sobrenatural. Para los hombres primitivos, el movimiento aparente del Sol y la
Luna se acoplan con los otros cuerpos celestes; hay que interpretar las fuerzas
y comprenderlas, en especial cuando ciertos fenómenos parecen estar
correlacionados con acontecimientos del mundo.
El temor a lo desconocido y
las creencias supersticiosas que se asociaron a esto hicieron que se
desarrollara una mitología del cielo.
Las distintas configuraciones
celestes que podían observar en el curso del tiempo fueron imaginadas como
animales, dioses y diosas, héroes y demonios.
Estas configuraciones del
cielo (constelaciones) pueden idearse y
relacionarse con las antiguas creencias populares de tribus y comunidades.
Escrutar el cielo inicialmente
para hacer augurios y presagios , aumentó este conocimiento y lo que fue contemplado
como inexplicable y misterioso se fue convirtiendo poco a poco en algo aceptado
y adaptado con propósitos mas prácticos.
Todas las civilizaciones, sin embargo aunque
fueran remotas o estuvieran aisladas, tenías mitos que eran similares en su
naturaleza a los que desempeñaron un importante papel en rituales y otras
actividades que dependieron de la observación astronómica. Estas observaciones
constituyeron la base de la astronomía, de su contrapartida simbólica, la
astrología, que permitió un sistema de reconocimiento del tiempo y de
formularlo cronológicamente.
Durante las últimas décadas,
las investigaciones sobre restos megalíticos que se extienden desde el norte al
sur de América, de Bretaña a las islas de Escocia y en otras muchas partes del mundo, indican que el
hombre prehistórico poseía un conocimiento de las alineaciones celestes y que
era capaz de erigir grandes estructuras astronómicas con una precisión notable.
La ciencia de la Arqueo- Astronomía
se halla aun en sus inicios, pero a medida que se desarrolla esta ciencia
fascinante sus descubrimientos nos confirman que el conocimiento de los hombres
primitivos sobre los cielos y el movimiento del Sol y la Luna era muy grande y más
complejo de lo que hasta ahora se había imaginado.
Las antiguas civilizaciones
de Babilonia, Egipto, India y China poseían un sistema altamente desarrollado
de registro del tiempo y sus calendarios
se basaban en los ciclos del Sol y de la Luna y los planetas que seguían una
trayectoria bien definida en el cielo.
El sol en su movimiento
diario de este a oeste, diferenciaba los periodos del día y de la noche,
mientras que la Luna en su curo mensual, fluctuaba entre nueva y llena.
Todos estos fenómenos fueron
observados y, en tiempos de la historia escrita, el año solar se determinó en
365,25 días. Estando basados sus cómputos en la salida de Sirio, que aparece
como la estrella más brillante del cielo.
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